Hay que sacarse la careta, salir del encierro, de lo clandestino, como si eso fuera lo prohibido. Lo prohibido, lo clandestino, es una olla a presión. Cuando llega a su punto te explota en la cara, te salpica, te moja, te sorprende. Te toma, te aborda, te arrebata… así lo niegues, eso que mantenemos en la sombra, clandestino, tarde o temprano reclama su lugar.
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